domingo, 16 de agosto de 2009

Gusto


En alguna ocasión nos encontraremos que al consumir un producto, nos hemos llevado una tremenda desilusión, ya que su visión no se corresponde con el sabor que después dicho producto desarrolla en nuestras pápilas. En otras, el olor que nos proporciona el manjar que hemos escogido (especialmente la fruta), es proporcionalmente diferente a su sabor. También nos encontramos, que a una presencia inmejorable y a un olor indescriptible le falla es resultado final por parte de su preparación, y aunque sus cualidades de visión y olor pueden ser óptimas, la falta o exceso de sal y el grado de cocción incorrecto hacen que fallen las perspectivas que habíamos tenido al consumirlo.

No obstante, debemos recordar que el gusto, aunque constituye el más débil de los sentidos, va unido al olfato, que completa su función en nuestro organismo. Una demostración de ello, la tenemos si estamos resfriados y tenemos la nariz tapada cuando comemos que en muchos casos encontramos la comida insustancial y ésto es simplemente, porque el aroma de los alimentos que consumimos no asciende hacia la mucosa olfativa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario